El lenguaje popular cruceño camba – Lección Nº 4
Algunas opiniones de extranjeros, cruceños y/o bolivianos sobre el lenguaje, el habla o castellano cruceño
(Compiladas por Gustavo Pinto Mosqueira. Lic. en Filosofía. Magister en Ciencias Sociales. Diplomado en Educación Superior. Noviembre de 2013)
Siglo XIX
i) El francés D’ Orbigny a inicios de los años 30 del siglo XIX, al referirse al lenguaje cruceño escribió: “Santa Cruz es la única ciudad de la república donde sólo se habla castellano.[…]. El lenguaje, muy lento por lo común, tiene relativa pureza. Sin embargo, se le interpolan numerosas expresiones del viejo idioma español, correspondientes a los siglos XV y XVI, así como voces propias [de] los idiomas de los indios chiquitos o guaraníes, que sirven para designar objetos del país [del lugar y región donde habitan los cruceños]. En la campaña [es decir, en el campo], se habla como en Santa Cruz, aunque con menos pureza elocutiva. Sólo las misiones han de exceptuarse; como la población es exclusivamente indígena, se emplea su lengua” (1845 [1999: 106]).
ii) Mauricio Bach, alemán radicado por varios años en Santa Cruz de la Sierra, en los años 40 del siglo XIX, al referirse al lenguaje cruceño afirmó esto: “la lengua española la cual es la única que se habla, contiene muchas palabras locales de esas naciones” (las naciones aquí para Bach son los chiquitos, los guaraníes y los paraguayos mestizos que vinieron con Ñuflo de Cháves a fundar Santa Cruz de la Sierra “La Vieja” en 1561 al lado del actual pueblo de San José de Chiquitos, ex reducción jesuítica) (Carta de Bach a sus familiares, 1842).
iii) Ciro Bayo, escritor y literato español, respecto al habla cruceño a fines del siglo XIX afirmó: “En Santa Cruz se habla el castellano casi de la colonia; se pronuncian muchas haches aspiradas, y son moneda corriente una porción de arcaísmos, como más alma, de todas menas, de juro, etc., que por cierto no desagradan [a los] oídos españoles. (. . . . .) En el campo está sobrecargado de tantas palabras nuevas, que se hace difícil entenderlo. Con ellas se podría hacer todo un léxico […]” (1911 [2010: 99] – El subrayado es nuestro)
Siglo XX
iv) Ciro Tórres López, escritor argentino, en la segunda década del siglo XX, al referirse a los cruceños y su lenguaje o habla escribió: “[Tienen] Su lenguaje castizo hasta en poner en boca de los rústicos [o sea, del habla regular o cotidiano cruceño] palabras como “acoquinado”, “escotero”, “agujeta”, tenía también vocablos como “jenecherú”, “plequecó”, “jajo”, “tacú”, “panacú”, “pichiró” y mil así de la más esclarecida prosapia guaranítica; que no en vano habían convivido íntimamente, en lucha tenaz, durante más de tres siglos, blancos y aborígenes. A este magnífico tesoro racial, y de lingüística, y de costumbres, y de habitación (una casa particularísima), había que agregar el de la tierra de una feracidad maravillosa”. (Las maravillosas tierras del Acre, La Paz, Don Bosco, s.a. Vid. “Una de las ciudades más singulares de América”, Baptista Gumucio 2013: 221)
v) Alborta Velasco, a mediados del siglo XX, escribe sobre el lenguaje cruceño: “Tan andaluz el castellano de Santa Cruz de la Sierra, nótese en él, una gran tendencia a la supresión de la s en una mera aspiración si es final, y lo mismo pasa con la z final. Dícese entonces: foíoroh por ‘fósforos’; vamo por ‘vamos’; luh por ‘luz’; voh por ‘vos’. Como en toda nuestra América, también se suprime la palabra vosotros por ustedes, pero lo que dá verdaderamente color y carácter al castellano cruceño, es el empleo de vos, apócope de vosotros, que reemplaza al pronombre tu en el habla popular” (Oscar Alborta Velasco, “El castellano en Santa Cruz de la Sierra” (1952), en Baptista Gumucio 2013: 244-245 – Las comillas simples, las negrillas y las cursivas son nuestras).
vi) Hermán Fernández, cruceño, en 1984, sobre el lenguaje de los cruceños, escribe: “El lenguaje nuestro está constituido, además de todos sus elementos que hace de él, como se sabe, una lengua castellana, por otros que lo identifican con el castellano de hispanomérica o el de algunos pueblos hispanoamericanos, como el trato de “vos”, la pronunciación indistinta de la s, c, y z, etc. El sonido de nuestra s, de nuestra r y de nuestra j es muy parecido a la de otros pueblos llaneros y del Caribe. Pero nuestro lenguaje está compuesto, además, por palabras acuñadas acá para satisfacer necesidades reales, que aún persisten en muchos casos; por algunos sonidos diferentes a los que emiten pueblos vecinos y lejanos; por un timbre de voz llamativamente homogéneo, como en todo lenguaje; un ritmo característico en el curso de la frase, etc.
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“[Pero] De lo que se trata ahora es de denunciar, poner fin y, para el futuro, evitar las exigencias innecesarias y masivas que atentan contra la evolución normal de nuestro lenguaje: como cuando se pretende modificar sistemáticamente el lenguaje oral de casi todos nuestros niños [cruceños o cambas] en edad escolar; cuando todo el pueblo escucha día y noche, desde hace años, un lenguaje con demasiado elementos extraños propalado por radio y televisión; cuando (en parte debido a lo que precede) el pueblo entero escucha, igualmente desde hace años, a casi todas sus autoridades y hombres públicos o importantes, cruceños todos [esto es lo lamentable y lo que aún no ha desaparecido], expresarse, también ellos, con los mismos elementos extraños. En semejantes condiciones es fácil entrever que estamos poniendo a nuestro lenguaje en condiciones de extrema desventaja, lo estamos sometiendo a la más dura prueba, lo estamos maltratando sin consideración. Como alguien podría decir con razón, estamos disparándole a matar.
“Aceptando que el lenguaje de un pueblo es fundamento y expresión de su cultura verdadera, hay que velar por darle las condiciones de una razonable estabilidad.
“Estas condiciones pueden ser, entre otras: una comunidad coherente, que en el conjunto de su actividad productiva y social siga empleando su propio lenguaje, aunque una minoría inauténtica y “snob” lo reemplace y tergiverse. Una escuela que no siga abriendo brechas entre el lenguaje de la comunidad de donde provienen los niños [cruceño-cambas] y el lenguaje leído de libros extraños al medio por maestros que, queriendo hacerlo mejor, alienan muchas veces sin intención su propio lenguaje y el de los niños. En estas condiciones, se comprende que nuestra niñez pueda acumular inseguridad, indefinición e inautenticidad. Para terminar, unos medios de comunicación que utilicen con naturalidad el lenguaje del pueblo [el pueblo cruceño-camba] al que sirven; el papel de la radio y la televisión es, también en este sentido, tan grande y decisivo que no deberá escatimarse esfuerzo por lograr la conservación” (“Nosotros y otros ensayos sobre la identidad cruceña”, 1984: 81; 82-83 – El subrayado y las cursivas son nuestras y los corchetes son intervenciones también mías en el texto para hacerlo más entendible).
vii) El cruceño Coimbra Sanz, en el Preámbulo a su Diccionario Enciclopédico Cruceño, en 1992, expresa: “El castellano que hablamos en Santa Cruz es muy parecido al que se habla en España, sin embargo, el ámbito geográfico ha dado formas muy particulares a nuestro léxico, a tal punto que nos lleva a preguntarnos si tenemos conformado un dialecto del español.
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“Con un vocabulario tan extenso [en su Diccionario… Coimbra describe 6 mil palabras del castellano cruceño] se podría creer que tenemos un idioma con el que nos entendemos [los cruceños] y que los que llegan deben aprenderlo, pero ocurre que cuando llega un extranjero hispano-hablante, sabe que estamos hablando en castellano, pero nos entiende a medias. ¿Es nuestro lengua un dialecto del castellano?, pareciera que sí, si el pueblo [cruceño, o su élite u autoridades cívicas y políticas, alcaldes, gobernadores, etc.] no se jactara de hablar en “perfecto” español, y sus problemas lingüísticos no tuvieran como máximo árbitro al Diccionario de la Real Academia [Española].
“Entonces, ¿nosotros hablamos castellano? Sí, hablamos el castellano cruceño, y a los quinientos años de su llegada lo conservamos casi intacto, y sin lugar a equivocarnos podemos afirmar que un ochenta por cien de nuestras palabras típicas son arcaísmos o modificaciones del español. Además, la mayoría de los vocablos indígenas que se usan están castellanizados y los verbos basados en lenguas nativas se conjugan al modo español.
El veinte por ciento restante [de esas 6 mil palabras que forman parte del castellano cruceño-camba] se distribuye en orden de importancia de la siguiente manera: chiquitano, chané, quichua, guaraní (guarayo-chiriguano), sirionó, etc. y otras americanas como el taíno, caribe, nahuatl, tupí, y los europeos: portugués, inglés, gallego, asturiano, italiano, etc. A todas estas palabras se les ha dado una forma y una fonética local que resultaría difícil de ser reconocidas en sus países de origen” (1992: Preámbulo, p. 1 y 3).
Siglo XXI
viii) José Luis Ramírez-Luengo, filólogo español, al estudiar el español del oriente boliviano de fines del siglo XVIII en base al Práctico Diario de Antonio Seoane de los Santos, gobernador interino de Santa Cruz de ese entonces, en una de sus conclusiones afirma: “Por último, se hace necesario indicar que, en la mayoría de las voces que presentan distribución regional en los repertorios lexicográficos consultados –esto es, pampa, pascana, y tapera entre los indigenismos; bañado, cañada, ceja de monte, disparada, isla y palo santo entre los americanismos semánticos-, su empleo se documenta en la Argentina, Uruguay y Paraguay, lo que, como se dijo ya, parece establecer cierta unidad léxica entre estas zonas y el oriente boliviano, que permite englobarlas –al menos, desde el punto de vista léxico –en una única zona dialectal; a la postre, no sorprende demasiado este aserto y la existencia de las concomitancias señaladas, pues es de sobra conocido que Paraguay constituye precisamente el fondo de donde proviene la corriente colonizadora del oriente boliviano y de las riberas del Paraná, en última instancia –y con todas las matizaciones necesarias – el origen del español del oriente boliviano y el litoral argentino” ( Ramírez-Luengo, “El léxico del oriente boliviano en el siglo XVIII: una aproximación”, 2012: 124-125)
ix) El beniano, psiquiatra y escritor, Luis Alberto Roca, al referirse al lenguaje o habla cruceña, afirma: “Una forma de mantener la lengua nativa es trabajar a nivel familiar. Si yo quiero que mis hijos y nietos conserven el habla cruceña tengo que hablarla y enseñarle el significado de los diversos vocablos.
“Hay una gran cantidad de voces cruceñas que pertenecen al habla esencial de Santa Cruz, son centenas, tal vez millares” (Revista de El Deber, Santa Cruz. 203 años de gritos de libertad, 24 de septiembre de 2013, p. 57).
x) En una entrevista que me hizo El Deber sobre el lenguaje o habla cruceña, sostenía algunas ideas que ahora las vuelvo a reproducir:
+ “Estudios realizados recientemente afirman que el lenguaje camba es un neo americanismo lingüístico”.
+ “¿Por qué no normar nosotros el uso y la escritura de nuestro lenguaje popular cruceño o camba? ¿Alguien nos lo prohíbe?”
+ “Crear la Academia de la Lengua camba puede inducir a que otra entidad reconozca nuestra forma de hablar con más naturalidad”.
+ Para recuperar, revalorar y afirmar nuestro lenguaje y forma de hablar camba en el oriente boliviano, tendríamos que hacer esto: “Primero, hay que sacarse el prejuicio de que no hablamos bien el castellano [prejuicio del cual son responsables las mismas autoridades y líderes cruceñas, los profesores lugareños o venidos del interior o del extranjero que poco se interesan por estudiar, conocer y, así, respetar la cultura cruceña] y aceptar que cada pueblo o sociedad tiene una forma particular de hablar una lengua. Segundo, los medios y comunicadores también tienen su buena cuota de responsabilidad y compromiso con lo nuestro [es decir, con el lenguaje y la forma de hablar el castellano cruceño que es una sub variedad del español rioplatense, de aquel que se habla en Argentina, Uruguay y el Paraguay actualmente]. Tercero, en las escuelas se debe enseñar con textos escolares que respeten el habla camba”.
+ Uso un lenguaje culto, porque me expreso en el lenguaje de la cultura a la que pertenezco, cuando pregunto así a los estudiantes universitarios en un clima de confianza: “‘Vos, qué opinás sobre este tema…?’ ‘Vos, qué postura tenés ante esta idea del autor?’ Como parte de una comunidad lingüística cultural (en este caso la cruceña u oriental camba), nadie me puede prohibir expresarme de esa manera. ¡Estoy en mi derecho! Y es más, ¡me siente bien!” (Revista de El Deber, “Santa Cruz. 203 años de gritos de libertad”, 24 de septiembre de 2013, p. 56-57).
Finalmente, quiero transcribir un pasaje que tiene que ver con el lenguaje cruceño de la novela En un lugar llamado Chuiquitos (Santa Cruz de la Sierra, Ed. Chiquitos, 2ª. 2008), de Roberto Ribera Jiménez, en el cual se muestra cómo algunos cruceños que tuvieron alguna formación escolar superior –representado por uno de los personajes de la novela, don Edgardo Gutiérrez– se afanan por hablar en un código literario con propiedad y culto, como una forma de diferenciarse y distanciarse socialmente, frente al lenguaje popular cruceño de un campesino camba chiquitano.
Don Edgardo, que iba montado en un brioso caballo, en medio del camino encontró a un campesino y le preguntó:
– “¿Has visto por este trayecto a una bella doncella en una carroza impulsada por un par de bestias cuadrúpedas y cornamentadas?”
El campesino chiquitano le responde en lenguaje popular camba así:
– “No señor –contestó el campesino–, a la única que vi fue a la señorita Edgardina subida en un carretón tirado por una yunta de bueyes mansos y viejos”.
– “Por esa hermosa dama te interrogo, aborigen ignorante” (replicó Edgardo Gutiérrez).
Ud., amable lector, saque sus propias conclusiones y reflexiones sobre el tema del lenguaje y el castellano cruceño el cual, al fin y al cabo, es el que tenemos y hablamos los cambas populares en el oriente boliviano actualmente.